Antes de nuestra intervención el espacio servía únicamente de punto de información turística, este proyecto ha permitido compatibilizar ese uso con el de tienda de productos típicos de Madrid y producidos por artistas artesanos y diseñadores locales. Los nuevos elementos que configuran el espacio están relacionados con la iconografía y cultura madrileñas evitando que el lugar tenga una apariencia abstracta y deslocalizada que pudiera asociarse a cualquier otra ciudad de Europa.
Precisamente para evitarlo nos hemos inspirado en elementos que son o han sido parte de la ciudad de Madrid y que han tenido una influencia destacada, más o menos conocida por la ciudadanía, en la construcción de la identidad de Madrid, particularmente de la cultura del encuentro, la interacción social, la creatividad y el diseño. Aspectos todos ellos que tratamos de celebrar y poner en valor en esta tienda mediante el empleo de referencias concretas como las corralas, los puestos de barquilleros, los caramelos de violeta, el mantón de Manila o la cúpula de vidrio del Hotel Palace.
La cúpula es el elemento más característico del espacio quedando situada en cuatro de las cúpulas existentes de la Casa de la Panadería. Inspirada en las grandes cúpulas de cristal de la ciudad de Madrid, las cúpulas de cristal no son un elemento arquitectónico especialmente conocido en la ciudad. Sin embargo, Madrid cuenta con unas muy bellas.
Las corralas no son solo un elemento arquitectónico distintivo de Madrid, sino una de las tipologías arquitectónicas que, probablemente, han contribuido a construir la base sociológica de una ciudad donde los vecinos se hablaban, compartían un espacio gestionado comunalmente, se pedían sal, se ponían al día, se conectaban con las noticias, incluso con los bulos. El proyecto hará un guiño a esa tipología arquitectónica en el perímetro de la intervención.
Los barquilleros tradicionalmente llevaban sus cestas con barquillos y una ruleta en la que los compradores podían probar suerte. El juego consistía en dar vueltas a una rueda que apuntaba a diferentes números. Si había varios participantes, el que sacaba la cifra menor, pagaba todos los barquillos. Si era una sola persona, pagaba unas monedas y tenía derecho a llevarse un barquillo en cada jugada, salvo cuando caía en la casilla del clavo, en cuyo caso perdía todo lo ganado. La parte principal de la tienda, la caja registradora, está inspirada en estos puestos ambulantes, aprovechando la forma de venta de los barquillos para la exposición de los artículos a la venta.
La vitrina es un expositor que emergerá de la esquina de la corrala. Situado debajo del nivel superior de la corrala, se compone de pilares y vigas metálicos para conformar los nuevos estantes. Como seña de identidad, en los quiebros, aparecerán unos biombos de madera fabricados y por control numérico y dotados de ruedas para permitir su movilidad. Además, contará con ventanas recicladas o fabricadas con de efecto envejecido con una ventana semicircular en su parte superior. Los estantes del interior de la ventana serán de vidrio y los estantes de la parte inferior serán de madera.